viernes, 17 de mayo de 2013

“Oh, Dios, mantenme lejos de ese teléfono”


La tecnología tiene indudables ventajas en cuanto a inmediatez y, en estos momentos, economía. Es muy difícil escapar a algo que es barato, cuando no gratis, y prácticamente instantáneo pero estas herramientas pueden convertirse en aliados del diablo. Estar comunicado permanentemente no tiene un gran coste económico pero puede tenerlo a nivel personal. Se supone que uno está localizable y disponible las veinticuatro horas del día para cualquiera de los contactos que uno tiene en cualquier red social y para cualquier asunto. El tic que indica que has leído un mensaje te obligan, en muchos casos, a responder algo que no te apetece o para lo que no estás preparado, lo que puede suponer una mala respuesta o una mala interpretación de la respuesta.

Tanto para el que es requerido como para el que requiere las consecuencias pueden ser fatales. El receptor porque se ve obligado a responder una y otra vez a preguntas y más preguntas y a dar millones de explicaciones acerca de su ocupación y de por qué no puede o no quiere responder, algo que resulta francamente incómodo ya que supone una importante invasión de su privacidad así como una pérdida de tiempo y concentración para lo que sea que esté haciendo, y el emisor porque entra en una espiral de desesperación por falta de comprensión. “Oh, Dios, mantenme lejos de ese teléfono”, eso decía Dorothy Parker en Una llamada telefónica (texto en castellano).



Lo que está pensado para unir separa, no solo de la persona con la que se intenta desesperadamente comunicar, sino de con quien en ese momento se está teniendo contacto real. Todos hemos vivido el momento en el que remueves el café y piensas si debes irte y dejar solo a tu amigo y su móvil de última generación porque tienes la sensación de estar continuamente interrumpiendo sus conversaciones con tu insulsa presencia.Podría decirse que padezco algo de tecnofobia, contradictorio teniendo un blog, pero no estoy dispuesta a que las tecnologías dominen mi vida personal.

Un exceso información, que resulta no ser tal por falta de contexto, da lugar a una confusión que lleva a otra y he visto como causaba verdaderos cismas en relaciones amistosas o de pareja. Hay una necesidad de tener permanente contacto que se cree suplida por ciento cincuenta caracteres o, lo que es peor, por el signo evidente de que el mensaje ha sido abierto, que no quiere necesariamente decir que haya sido leído ni mucho menos comprendido. La comunicación personal se ve así sustituida por un ilusionismo de comunicación. Lo que dice una mirada o una sonrisa no lo dicen mil palabras, ni mil mensajes de mil palabras….No quiero pensar qué hubiera sido de la protagonista del cuento de Dorothy Parker hubiera tenido móvil con WatsApp.

P.D. Tengo que agradecer este post a todos mis amigos pero especialmente al responsable de Waltzingtennessee, un blog de arqueología musical, al que tengo el gusto de conocer y gracias al cual descubrí al personaje de Dorothy Parker y su maravilloso cuento tan terrible como real.

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